Antecedentes

Dentro de todos los grupos del Reino Animal presentes en nuestro planeta, los insectos son el taxón dominante, conquistando la mayoría de los hábitats y ecosistemas de la Tierra. Esta diversidad no ha pasado desapercibida para el ser humano provocando un fuerte impacto en nuestra cultura. Dentro de la etnoentomología, la ciencia encargada de estudiar la percepción, clasificación, conocimiento tradicional y uso de los insectos por parte de las poblaciones humanas (Posey, 1987), los escarabajos (Coleoptera) han tenido desde tiempos inmemoriales, una especial participación en los procesos de interacción cultural seres humanos-insectos. Los insectos, y por supuesto los ecarabajos, han tenido diferentes usos a lo largo de la historia de la humanidad, como por ejemplo: la Entomofagia, la Entomolatría o la Entomoterapia.


Entomofagia o uso de los insectos como alimento. Concretamente, los escarabajos son consumidos en sus distintas fases de su desarrollo: larvario, pupas o adultos. Diferentes grupos humanos de todo el mundo incluyen en su dieta coleópteros y otros insectos, bien como suplemento proteínico, o remplazando a otros alimento básicos. De acuerdo con Ramos-Elorduy (2000) existen 443 especies de escarabajos registradas como fuente de alimento por diferentes grupos étnicos en más de 120 países. Como por ejemplo: los estados adultos de Copris sp. o Onthophagus sp. en Tailandia, las larvas de Xylorictes sp. en Chiapas y larvas de escarabajos de la madera de la familia Passalidae en Paraguay.

Entomolatría, es decir, la íntima relación de los insectos con la mitología, rituales, magia y supersticiones de diferentes culturas. Por ejemplo,  para los antiguos egipcios el Escarabajo Sagrado evocaba al Sol, las excrecencias de su cabeza simbolizaban los rayos solares y los tarsos de las patas representaban los treinta días del mes (Jeanson, 1995).



Entomoterapia, de manera que los escarabajos, como el resto de los insectos, han sido considerados como fuentes de recursos medicinales. Existen multitud de ejemplos, como: en la antigua Europa fue muy conocida la aplicación medicinal de la especie Melolontha vulgaris, debido a las capacidades curativas de los aceites obtenidos de su estado larvario, usados para sanar heridas y curar el reumatismo; o bien, Strategus julianus, es preparado en México como una bebida eficaz para desarrollar la actividad sexual (Conconi y Pino, 1988).




De todos estos usos, nos llamó la atención el amplio número de especies que se han empleado para curar distintas afecciones, o que las farmacéuticas han obtenido algún que otro principio activo para sus medicamentos. Ni cortos ni perezosos, nos pusimos manos a la obra, para intentar simular a una empresa farmacéutica. De todas las especies posibles nos fijamos en el escarabajo de la harina, Tenebrio molitor. Las larvas de este coleóptero son fáciles de conseguir, ya que son utilizadas como alimento para distintos tipos de mascotas. Descubrimos que las larvas de estos organismos originariamente se alimentaban de materia orgánica en descomposición (hojarasca, excrementos o cadáveres). De sobra es conocido, que los hongos tienen una especial apetencia por lugares húmedos y con materia en putrefacción.


Por otro lado, las micosis superficiales son infecciones de la capa externa de la piel, concretamente provocadas por hongos saprófitos que se alimentan de queratina. La queratina es una proteína que se encuentra en nuestra piel, pelo y uñas. Aun siendo una proteína, es decir, de composición distinta a la quitina, azúcar complejo que forma el exoesqueleto de los artrópodos; ambas poseen una estructura similar. La disposición en capas, una sobre otra, les confiere flexibilidad y resistencia a las dos moléculas. Por tanto, si estos hongos tienen una capacidad única para digerir la queratina, podrían hacer lo mismo con la protección de quitina de las larvas de escarabajo de la harina.

Por todo ello, nos planteamos la siguiente hipótesis: si las larvas viven en lugares donde se desarrollan con facilidad los hongos, posiblemente posean en su piel alguna protección bioquímica contra las infecciones provocadas por los mismos. Por tanto, ya teníamos investigación: demostrar la acción fungicida de las larvas de Tenebrio molitor. Finalmente, si éramos capaces de demostrar la capacidad antimitótica de las larvas de estos escarabajos, se podría concluir el proyecto con la elaboración de una crema fungicida.

Por tanto, en realidad, nuestro trabajo son dos proyectos: una investigación científica, demostrar la capacidad fungicida de las larvas de Tenebrio molitor; y un proyecto tecnológico-industrial, elaborar un producto.